La trilogía original de Spider-Man de Sam Raimi es famosa por su uso innovador de efectos visuales, animatronics y efectos especiales, que dan vida a sus memorables villanos.
El Duende Verde de Willem Dafoe montaba un planeador que combinaba CGI y efectos prácticos, lo que permitía secuencias de vuelo fluidas y primeros planos detallados que daban al personaje una presencia amenazadora.
La interpretación de Alfred Molina del Doctor Octopus fue realzada por tentáculos mecánicos construidos por titiriteros, proporcionando una interacción tangible que el CGI aumentó. Los tentáculos eran una mezcla de animatronics y efectos digitales, haciendo que los movimientos del personaje parecieran fluidos y realistas.
Sandman de Thomas Haden Church cobró vida con una combinación de CGI y modelos físicos, lo que permitió una transición suave entre su forma humana y su alter ego arenoso. Las intrincadas texturas de la arena fueron elaboradas meticulosamente para mantener el realismo.
Venom de Topher Grace se logró con una combinación de prótesis y CGI, capturando efectivamente la siniestra transformación de Eddie Brock en Venom. La textura y los movimientos detallados del simbionte fueron clave para transmitir su naturaleza de otro mundo.
El disfraz de Spider-Man de Tobey Maguire en la película de 2002 fue diseñado para reflejar a un héroe clásico y accesible, centrándose en la autenticidad y la identificación. Raimi pretendía anclar los elementos fantásticos de Spider-Man en una realidad familiar, creando una adaptación fiel que resonó tanto entre los fanáticos de los cómics de toda la vida como entre las nuevas audiencias, asegurando el atractivo duradero del personaje.