En un mundo donde la soledad y el olvido parecen ser el precio del progreso y la longevidad, los muñecos robots con inteligencia artificial emergen como curiosos salvadores de la condición humana.
Corea del Sur, en su respuesta pragmática a una población que envejece y la merma de las tasas de natalidad, nos presenta un espejo de nuestras propias disyuntivas éticas y existenciales.